Carta a un joven poeta

SUGERENCIAS

Sucedió en el otoño de 1902. Un joven cadete de la academia Militar de Wiener-Neustadt, estaba sentado bajo unos castaños, leyendo un libro de poesías de Rilke. Se acertó el capellán, vio el libro, lo ojeó y exclamó: “Vaya con el interno Rainer Rilke ha llegado a ser poeta”. Frank Xaver Kappu, el cadete, conversó sobre el poeta con el Capellán que le había conocido en la escuela militar de Sant Pölten. Le habló de su carácter tranquilo, serio y capaz y de su abandono de la academia porque su constitución no era suficiente fuerte para la carrera militar que había escogido para él su padre. El joven cadete aprovechó la circunstancia y le envió algunos de sus poemas para conocer la opinión del poeta.

Rilke le contestó desde París. He aquí alguno de los consejos que dio al joven poeta, con quien mantuvo correspondencia durante algún tiempo.

-" No puedo entrar en minuciosas consideraciones sobre la índole de sus versos, porque me es del todo ajena cualquier intención de crítica. Y es que, para tomar contacto con una obra de arte, nada, en efecto, resulta menos acertado que el lenguaje crítico…

- La mayor parte de los acontecimientos son inexpresables; suceden dentro de un recinto donde nunca ha penetrado palabra alguna.

- Usted pregunta si sus versos son buenos… Me lo pregunta a mí, como antes lo preguntó a otras personas. Pues bien -ya que me permite darle consejo- he de rogarle que renuncie a todo eso. Está usted mirando hacia fuera, y precisamente esto es lo que ahora no debería hacer. Nadie le puede aconsejar ni ayudar. Nadie... No hay más que un solo remedio: adéntrese en sí mismo.

- Ante todo, esto: pregúntese en la hora más callada de su noche: "¿Debo yo escribir?" Vaya cavando y ahondando, en busca de una respuesta profunda. Y si es afirmativa, si usted puede ir al encuentro de tan seria pregunta con un "Sí, debo" firme y sencillo, entonces, conforme a esta necesidad, erija el edificio de su vida.

- Líbrese de los motivos de índole general. Recurra a los que cada día le ofrece su propia vida. Describa sus tristezas y sus anhelos, sus pensamientos fugaces y su fe en algo bello; y dígalo todo con íntima, callada y humilde sinceridad.

- Si su diario vivir le parece pobre, no lo culpe a él. Acúsese a sí mismo de no ser bastante poeta para lograr descubrir y atraerse sus riquezas. Pues, para un espíritu creador, no hay pobreza.

- Y si de este volverse hacia dentro, si de este sumergirse en su propio mundo, brotan luego unos versos, entonces ya no se le ocurrirá preguntar a nadie si son buenos. Una obra de arte es buena si ha nacido al impulso de una íntima necesidad. Precisamente en este su modo de engendrarse radica y estriba el único criterio válido para su enjuiciamiento: no hay ningún otro.

- Pero tal vez, aun después de haberse sumergido en sí mismo y en su soledad, tenga usted que renunciar a ser poeta. (Basta, como ya queda dicho, sentir que se podría seguir viviendo sin escribir, para no permitirse el intentarlo siquiera.) Mas, aun así, este recogimiento que yo le pido no habrá sido inútil.

-¿Qué más he de decirle? Me parece que ya todo queda debidamente recalcado. Al fin y al cabo, yo sólo he querido aconsejarle que se desenvuelva y se forme al impulso de su propio desarrollo."

Cartas a un Joven poeta:Rainer Mª Rilke
(Extracto de la primera carta)

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