Salamanca desnuda

El Náufrago, por especiales circunstancias, pasa bastantes horas sentado en un sillón que llaman de relax. Es al mismo tiempo ‘el banco de una galera turquesa’, como decía el poeta y también lugar de su descanso. Frente a él, una cartografía con un plano ‘vivo’ de Salamanca en 1858, no deja de contemplarle. Más bien, se miran el uno al otro. La capital salmantina, que en sus tiempos de apogeo llegara a sumar más de 50.000 habitantes, descendió considerablemente en siglos posteriores. Según el censo que recoge en su Guía de 1868 D. Modesto Falcón, la ciudad contaba con 3702 vecinos y 15.228 habitantes.

Las ciudades son seres vivos que crecen, sufren enfermedades, rejuvenecen. La capital charra carga a sus espaldas más de dos mil años, y fue en el 218 a. de C. cuando Aníbal la conquistaría, ante la resistencia heroica de las mujeres salmantinas. El Náufrago, desde su sillón, ha acercado la cartografía y ha repasado una etapa cruel y devastadora para la ciudad. El lugar de nuestra infancia permanece ligado a nosotros, por muchos que sean los lugares por donde hayamos andado. La impronta de los primeros años deja una huella profunda. Aquellos lugares que recorrimos, inconscientes, en nuestras correrías, descubrimos después que tuvieron vida. Y aquel paisaje desolado adonde nos llevaba nuestra curiosidad infantil, no sin precaución y advertencias, y que llamábamos en voz baja,‘barrio chino’, como si algo misterioso y prohibido se tratara.

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En aquellos años, aún se veían las ‘heridas’ de lo allí había pasado un mes de julio de 1812 cuando las tropas anglo-portuguesas y algunas españolas al mando de Lord Wellington, mantuvieron una lucha feroz contra las franceses del Mariscal Marmont. Aquella batalla feroz destruyó casi la sexta parte de lo que era entonces la ciudad y la dejó sin una parte importante de su patrimonio histórico y cultural, similares a los que podemos todavía admirar. Decenas de colegios mayores y menores como los de Oviedo, Cuenca, Colegio de los Verdes, el Trilingüe, los de San Juan, los Ángeles o San Roque, los conventos de Mercedarios, Monjas Benitas , de las Agustinas Calzadas, de la Magdalena y tantos otros… donde se puede leer ‘solar de…” , ‘Ex colegio…”

Ha recorrido minuciosamente la ciudad herida y ha visto con nuevos ojos, aquellos solares desolados que él recorrió, ignorante, de pequeño. Sin entender muy bien por qué esa parte de la ciudad eran casi tan sólo tierra